"Para mí sólo recorrer los caminos que tienen corazón, cualquier camino que tenga corazón. Esos recorro, y la única prueba que vale es atravesar todo su largo, y esos recorro mirando, mirando sin aliento" Castaneda

sábado, 11 de febrero de 2012

Viaje 2012 X: Trujillo

Con List todavía en un estado de dudosa sobriedad emprendimos la retirada de Huaraz. El siguiente destino sería Trujillo, la capital de la marinera, baile tradicional de Perú donde se evidencia el mestizaje hispano-amerindio-africano. Como el micro directo Huaraz-Trujillo era un poco más caro, hicimos trasbordo en Chimbote. Caímos en dicho lugar de madrugada tras unas 4 horas de micro, y nos tiramos a dormir en la terminal. La gente que pasaba nos miraba con la curiosidad reflejada en su rostro, pero no le dimos mayor relevancia al hecho. No era la primera vez que lo hacíamos. Teníamos sueño y dormimos tranquilamente dentro de nuestras bolsas de dormir, con nuestras mochilas como almohadas. Luego nos enteraríamos de que Chimbote es “el sitio más peligroso de Perú”.


Despertamos por los gritos de los vendedores de pasajes (sí, también gritan), y a eso de las 6 de la mañana tomamos el segundo micro, que nos depositaría en nuestro destino: Trujillo. Esta ciudad de la costa norte peruana le debe su nombre a la ciudad española, cuna del conquistador (y asesino) Francisco Pizarro.





La zona donde bajamos era bastante fiera; tuvimos que caminar como diez largas cuadras para llegar a la Plaza de Armas. Allí el panorama era más feliz. Nos sentamos en la fuente (homenaje a los héroes de la independencia de la República) y bebimos un yogur de lúcuma (debo confirmar algo que dijo Ary en Cusco: consumir lúcuma es como estar escuchando el tema del Flaco) mientras meditábamos acerca de nuestras posibilidades. En eso se nos acercó un tipo que nos ofreció a un precio bastante económico una excursión de día completo a unas ruinas mochicas y chimús. Agarramos viaje.


La cultura moche (o mochica) se desarrolló aproximadamente entre los años 200 a.C. y 800 d.C. en la costa norte del Perú, entre lo que es actualmente Lima y el límite con Ecuador. Desarrollaron una cerámica inigualable (los incas se valieron de los ceramistas costeños para confeccionar la suya) y una avanzada ingeniería hidráulica. En su sociedad se practicaba la homosexualidad, la zoofilia e incluso la necrofilia, entre otras. También nos llegó el dato de que dominaban métodos anticonceptivos. Su cerámica suele representar hombres con un miembro viril erguido de dimensiones extraordinarias. El guía nos comentó que asociaban la erección con la fuerza de la tierra en épocas de cosecha.


Cerca de Trujillo se encuentran la Huaca del Sol y la Huaca de la Luna, centro administrativo la primera y religioso-ceremonial la segunda. Hoy día puede visitarse la Huaca de la Luna, mientras que la Huaca del Sol aún debe ser excavada (está cubierta de arena) para ser sometida a investigaciones arqueológicas. Dicha tarea será llevada acabo, según nuestro guía, el día que la Selección de Perú clasifique a un mundial de fútbol. En medio de las dos huacas se emplazaba la Ciudad Moche, donde, se calcula, vivieron entre 15 y 30 mil personas de clases medias y altas. Aún está siendo excavada e investigada. Toda esta área, comprendida por las dos huacas y la ciudad, está custodiada por el apu (montaña sagrada) de la civilización costeña, llamado Alek Pom ("gran jefe roca").



La llamada Huaca de la Luna está conformada por cinco templos superpuestos, construidos con millones de adobes. La existencia de cinco templos distintos se debe a que los moches, al término de cada mandato y producto de la renovación de los mismos, tapaban las puertas y construían uno nuevo encima. Hoy por hoy se tiene un acceso parcial a cada uno de ellos, exceptuando el quinto y último templo, que está destruido casi completamente por haber permanecido en la intemperie.


En la huaca hay una gran cantidad de pinturas murales que representarían a aiapaec, principal deidad de la cultura moche. Está representado de diversas maneras, dependiendo de su estado de ánimo. Se dice que el sacerdote utilizaba la máscara de un determinado estado de ánimo del Dios, en base a la noticia que quería darle a su pueblo. La calidad de la pintura es asombrosa. Los colores eran elaborados en base a minerales de la zona.



"El Sol nace en el este en la montaña y muere en el oeste en el mar para, al otro día, volver a nacer". Los moches concebían una vida cíclica. Es decir que después de la vida llegaba la muerte, y luego la vida nuevamente. Cuando un moche moría, su cuerpo era enterrado con su cabeza apuntando en dirección al mar, para que la persona pudiera renacer como el Sol. Además, eran enterrados con sus perros, ya que éstos eran los encargados de guiarlos en ese camino de resurrección.



Después de visitar las espectaculares ruinas moches -las cuales, vale aclarar, han sufrido saqueos tanto en la época colonial como en la republicana- hicimos un descanso para almorzar. Por la tarde visitamos la Huaca del Arco Iris, que data del siglo X d.C. y es perteneciente a la última civilización que se desarrolló en la costa peruana: la cultura chimú, heredera de la cultura moche.


El pueblo chimú fue un pueblo belicoso que expandió su poderío en toda la región. Su deidad principal era la luna, y la consideraban superior al Sol (divinidad inca) por tres motivos: 1) puede derrotarlo en una guerra (eclipsándolo), 2) domina los mares y 3) puede aparecer tanto de día como de noche.


Cuando los incas intentaron dominar a los chimús, hacia 1470, se encontraron con un pueblo guerrero que les ofreció resistencia durante casi 40 años. Este dato evidencia lo importante que fue el imperio costeño, el cual pudo resistir el avance del Tahuantinsuyo durante un lapso tan prolongado como casi ningún otro pueblo precolombino. Tras la victoria inca, el rey chimú fue trasladado a Cusco, donde se casó y tuvo hijos con una familiar del Inca.


Así las cosas, los cusqueños doblegaron políticamente al pueblo chimú, mas no lograron desarrollar en ellos un sentimiento de pertenencia a su imperio. La historia dirá que, finalmente, los chimú fueron uno de los principales aliados de los españoles para derrotar a los incas. Claro está, no pudieron prever lo que los españoles harían una vez instaurado su dominio: no sólo un dominio político, sino también cultural, religioso, económico y de casi todas las índoles imaginables.


Volviendo a la excursión, tras visitar la Huaca del Arco Iris -centro ceremonial chimú, al que sólo tenían acceso los sacerdotes y donde se realizaban sacrificios humanos de niños gemelos para venerar a las lluvias- visitamos la ahora denominada Chan Chan, que es la ciudad de barro más grande de las Américas precolombinas. En ella vivían, se calcula, unas 200 mil personas.




El último parador de la excursión fue la agradable playa de Huanchaco, la más turística de Trujillo. Estaba llena de gente y con basura en el suelo, pero tuvimos una linda percepción del atardecer, y tuve ocasión de compadecerme por la muerte de uno de mis colegas cangrejos.

 Por la noche, otro micro que nos trasladó nuevamente de la costa a la sierra: los 2700 msnm de Cajamarca serían el siguiente objetivo.


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