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En el fondo constituye una aventura singular esta "adaptación" a un lugar extraño, este total cambio de hábitos a veces penoso que, en cierta manera, se produce automáticamente pero con la clara intención, en cuanto se haya asimilado (o al poco tiempo), de volver a cambiar y retomar el estado y las costumbres de siempre. Uno interpreta esta fase como un paréntesis, un breve interludio en el transcurso principal de la existencia cuyo fin viene a ser "recuperarse", es decir someter a un proceso de renovación y cambio al organismo que, por un estilo de vida monótono, corre el peligro o ya está a punto de oxidarse, acostumbrarse mal y volverse insensible. ¿Pero cuál es realmente la causa de ese debilitamiento y esa oxidación del organismo que resultan de la monotonía? No se trata de un cansancio y un desgaste físico y químico, fruto de exigencias de la vida (pues para remediarlo bastaría con el reposo), sino más bien de algo espiritual: la conciencia del paso del tiempo que, ante la monotonía ininterrumpida, corre el riesgo de perderse y que está tan estrechamente emparentada y ligada a la conciencia de la vida que, cuando la una se debilita, es inevitable que la otra sufra también un considerable debilitamiento.
"Para mí sólo recorrer los caminos que tienen corazón, cualquier camino que tenga corazón. Esos recorro, y la única prueba que vale es atravesar todo su largo, y esos recorro mirando, mirando sin aliento" Castaneda
martes, 23 de junio de 2015
lunes, 15 de junio de 2015
La terrible sinceridad (Roberto Arlt)
Me escribe un lector: "Le ruego me conteste, muy seriamente, de qué forma debe uno vivir para ser feliz".
Estimado señor: Si yo pudiera contestarle, seria o humorísticamente, de qué modo debe vivirse para ser feliz, en vez de estar pergeñando notas sería, quizá, el hombre más rico de la tierra vendiendo, únicamente a diez centavos, la fórmula para vivir dichoso. Ya ve qué disparate me pregunta.
Creo que hay una forma de vivir en relación con los semejantes y consigo mismo que, si no concede la felicidad, le proporciona al individuo que la practica una especie de poder mágico de dominio sobre sus semejantes. Es la sinceridad.
Ser sincero con todos, y más todavía consigo mismo. Aunque se perjudique. Aunque se rompa el alma contra el obstáculo. Aunque se quede sólo, aislado y sangrando. Esta no es una fórmula para vivir feliz, creo que no. Pero sí lo es para tener fuerzas y examinar el contenido de la vida, cuyas apariencias nos marean y engañan de continuo.
Estimado señor: Si yo pudiera contestarle, seria o humorísticamente, de qué modo debe vivirse para ser feliz, en vez de estar pergeñando notas sería, quizá, el hombre más rico de la tierra vendiendo, únicamente a diez centavos, la fórmula para vivir dichoso. Ya ve qué disparate me pregunta.
Creo que hay una forma de vivir en relación con los semejantes y consigo mismo que, si no concede la felicidad, le proporciona al individuo que la practica una especie de poder mágico de dominio sobre sus semejantes. Es la sinceridad.
Ser sincero con todos, y más todavía consigo mismo. Aunque se perjudique. Aunque se rompa el alma contra el obstáculo. Aunque se quede sólo, aislado y sangrando. Esta no es una fórmula para vivir feliz, creo que no. Pero sí lo es para tener fuerzas y examinar el contenido de la vida, cuyas apariencias nos marean y engañan de continuo.
lunes, 1 de junio de 2015
Con la sombra de tu aliado (Luis Alberto Spinetta)
¡Ah! El dulzor del río te curará
las heridas de los sitios.
¡Ah! Durante el diluvio tu piel tendrá
el acero de los peces
¡Ah! Luego en el desierto ves la verdad
y te sueñas con las manos
Sólo con raíces te nutrirás
con la sombra de tu aliado
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