Fue mi primera experiencia incómoda con esa página que tantas satisfacciones y amigos me había dado en otras ocasiones (en Santiago de Chile, en Lima, en Cajamarca). El problema empezó cuando el muchacho bajó del auto - Le tendí la mano para saludarlo y él la estrechó, guiñándome un ojo y tirándome un beso al aire simultáneamente, en un gesto algo controversial. Unos instantes más tarde, durante la charla inaugural en su vehículo, estábamos hablando de las posibilidades para la cena y, cuando le mencioné mi vegetarianismo, él me reveló "a mí me encanta la CARNE HUMANA", remarcando cada sílaba de las palabras CAR-NE-HU-MA-NA.
Cuando llegamos a su departamento se metió en el baño para ducharse... pero dejó la puerta abierta. El cúmulo de indicios de que mi castidad anal estaba en riesgo me llevó a rechazar su propuesta de dormir en su misma habitación.
- Te tiro un colchón acá al lado de mi cama.
- No, gracias. Me voy a quedar escribiendo un rato, no quiero molestarte. Puedo dormir en la hamaca paraguaya del living - pero él siguió insistiendo y temí parecer descortés o demasiado a la defensiva (quizás las señales de peligro eran invenciones de mi mente), por lo que, con una mano adelante y otra atrás, no tuve más remedio que jugármela. Se fue a acostar y yo me quedé en la computadora. Cuando entré a la habitación, él ya estaba dormido. Afortunadamente, mi colchón no sufrió invasiones indiscretas. (O, al menos, yo no me enteré).
A la mañana siguiente llegó su empleada doméstica y el tema casi excluyente de conversación, propuesto por mi anfitrión (y reafirmado cada vez que yo intentaba cambiar de tema), fue el tamaño del miembro viril de los hombres argentinos. Me preguntaba insistentemente si podría llegar a encontrar uno bueno para su empleada, quien se sumaba a la charla riendo a medias.
Abandoné la casa de ese sexópata agradecido de estar ileso. Luego me llegaría un mensaje que decidí no contestar. El mismo decía: "Voçe esqueceu seu sabonete na minha casa. E agora?" (Olvidaste tu jabón en mi casa. ¿Y ahora?).
Presencia Xeneize en las calles de Salvador
En el colectivo que me llevó desde la casa del couchsurfer hasta el centro histórico de la ciudad -el viaje fue bastante largo, Salvador es muy grande- vi pintadas en las paredes rechazando la realización del mundial. Una rezaba "+EDUCACAO, -COPA" y la otra "COPA PRA QUEM?". El rechazo a la copa está bastante presente entre los jóvenes,