Zen y el arte de la mantención de la motocicleta
Chris pregunta qué vamos a hacer después. Nada cansa a este chico. La novedad y lo extraño de los alrededores del motel lo excitan y quiere que cantemos como lo hacían en su campamento de verano."No somos muy buenos para cantar", dice John.
"Entonces contemos cuentos", dice Chris. Se queda pensando. "¿Sabes alguna buena historia de fantasmas? Todos los chicos en nuestra cabaña acostumbraban a contar historias de fantasmas por la noche".
"Cuentanos tú una", dice John.
Y lo hace. Son más bien divertidas. Algunas no las había oído desde mi niñez. Se lo digo, y Chris quiere oír alguna de las mías, pero no puedo recordar ninguna.
Después de un rato dice "¿Crees en los fantasmas?"
"No", le contesto.
"¿Por qué no?"
"Porque son no-cien-tí-fi-cos".
La forma en que lo digo hace sonreír a John. "Ellos carecen de materia", prosigo, "y no tienen energía y por ende, según las leyes de la ciencia, no existen, salvo en la mente de las personas".
El whisky, el cansancio y el viento en los árboles empiezan a mezclarse en mi cerebro. "Por supuesto", agrego, "las leyes de la ciencia no contienen materia ni energía y por consiguiente tampoco existen, excepto en la mente de las personas. Es mejor ser completamente científico sobre todo este asunto y negarse a creer tanto en los fantasmas como en las leyes de la ciencia. Eso no te deja mucho en qué creer, pero también es científico".